Comentario sobre El Segador
Dalou, representante del tardío realismo escultórico, se formó en la École des Beaux-Arts de París con Jean-Baptiste Carpeaux quien apreció el talento poco común de su discípulo. Se puede afirmar que, en líneas generales, la obra de este escultor está estrechamente vinculada con la Tercera República ya que ideológicamente se alineó con el socialismo. Su participación activa en la Comuna le valió no solo el exilio en Inglaterra sino también una condena a perpetuidad
in absentia. Sin embargo, la amnistía declarada en 1879 le permitió volver a su país.
En la producción de Dalou se destacan dos grandes proyectos de monumentos. El primero de ellos, concretado, es
El triunfo de la República (1879-1889) en París, en el que logró volcar su vocación republicana expresándola en formas que acusan su admiración por el arte clásico. El otro es el
Monumento a los obreros, que no llegó a concretarse y al que dedicó los últimos trece años de su vida. Él mismo lo describió de esta manera: “La disposición general se inspirará en el atributo de Príapo, dios de los jardines, emblema de la creación; […], y […] en las chimeneas de las fábricas, prisión donde transcurre [la] vida [del pobre]. Sobrio, sin molduras ni ornamentos, quiero que, en lo posible, tenga el aspecto grave e imponente, que caracteriza a este tema” (1).
Efectivamente, el monumento debía constar de una columna de 32 m de alto ubicada sobre un pedestal cúbico. Este tendría en cada una de sus caras un friso y un relieve, dedicado este último a un escena de la vida obrera. En la base del fuste de la columna se ubicarían figuras de trabajadores de tamaño mayor que el natural, alojadas, cada una de ellas, en un nicho rectangular. Se sabe que el escultor pensó en representar una variada gama de trabajadores manuales, todos ellos agrupados según el tipo de actividad realizada. Estarían representados, entre otros, picapedreros, albañiles, carpinteros y campesinos.
Nuestra obra es un boceto que retrata, justamente, a un campesino: un segador real, tomado como modelo por el escultor, que estuvo destinado a formar parte del monumento. Dalou ha sabido captar la actitud concentrada en un momento en que, sentado en el suelo, se dedica a reparar con un martillo la hoja de su guadaña. Los rasgos rústicos, la vestimenta humilde, el sombrero y el calzado toscos caracterizan a este personaje del cual emana una sensación de cansancio pero a la vez de energía.
Después de su muerte en 1902, los bocetos del monumento a los obreros fueron objeto de ediciones póstumas de dos casas fundidoras: Hébrard y Susse. Esto se debió a que Dalou, después de la muerte de su esposa en 1900, nombró como heredera del contenido de su taller a una institución pública, el Orfanato de las Artes. Con esto dotaba de una fuente de recursos (derechos de reproducción y un porcentaje de las ventas de las ediciones de las obras) al orfanato que, a su muerte, debía hacerse cargo de su hija discapacitada. Suponemos que el escultor, que consideraba que los cambios de tamaño y material originarios desvirtuaban las obras, fue consciente de que con esa disposición las ediciones póstumas de sus bocetos no transmitirían con total fidelidad el carácter que él quiso dar a sus obreros. Estos, editados en pequeños bronces principalmente por Susse, tuvieron amplia difusión.
El Museo posee otro ejemplar de esta obra perteneciente a otra edición, también de Susse, con otra pátina y con una diferencia apreciable en algunos detalles, como por ejemplo en la hoja de la guadaña del segador.
por Marcelo Renard
1— Stanislas Lami, Dictionnaire des sculpteurs de l’École française au dixneuvième siècle. Paris, 1914-21.