Comentario sobre La oveja enferma
De familia pobre, Longoni debió trabajar desde chico, aunque logró asistir a la Academia de Brera en Milán de 1876 a 1880; entre sus compañeros estaban Giovanni Segantini y Giovanni Sottocornola, desde entonces íntimos amigos suyos. Apreciado por Vittore Grubicy De Dragon, en 1880 estipuló con él un contrato gracias al cual pudo trabajar en Brianza junto con Segantini, en lo que resultó un provechoso intercambio de temas y pensamientos. Hacia fines de esa década abandonó los temas campestres y las naturalezas muertas por motivos de fuertes implicaciones sociales, a los que se había aproximado gracias al contacto con cultas personalidades del ambiente progresista milanés como Gustavo Macchi y el abogado Majno y su esposa Ersilia, quienes le permitieron tener noción de las expresiones más avanzadas de la cultura europea, también en el ámbito político. Nacieron entonces obras como
L’oratore dello sciopero, presentada en la primera Triennale braidense de 1891, y
Riflessioni di un affamato (1894, Museo Civico di Biella), realizadas con la técnica divisionista. Luego, esta técnica sería experimentada en las pinturas de paisajes, que en el nuevo siglo se transformaría en su temática preferida, al punto de hacerle dejar de lado los temas “sociales” o aquellos que estaban a tono con las cadencias decadentistas, entre los cuales el pastel
Sola!, expuesto en Milán en 1900 y adquirido por la reina Margarita de Saboya (Casa di Lavoro e Patronato per i Ciechi di Guerra di Lombardia, Milán), constituye un ejemplo de altísima calidad.
Fueron sobre todo los paisajes de montaña los que estimularon la creatividad del artista incitándolo a reformular de una manera personalísima, cada vez más compuesta de luces, la técnica de dividir los colores al punto de evaporar la imagen en preciosas evanescencias cromáticas. Con tal propósito Emilio Longoni adquirió la costumbre, prolongada hasta 1912, de pasar largos períodos en Valtellina, atraído por la grandiosa naturaleza del macizo y del glaciar de Bernina, desde entonces su motivo privilegiado de inspiración.
Durante esas estadías, en las que vivía con sencillez monástica y en contacto directo con la naturaleza, envuelto en una reflexiva soledad –“estoy en un refugio de pastores, a 2.300 metros de altura. Hace 45 días que vivo a pan y queso, extasiado por las bellezas (de la montaña)”, escribía en 1905–, Longoni se encargaba de realizar estudios y bocetos luego destinados a convertirse en cuadros en la quietud de su estudio milanés (1).
Fue al regreso de uno de los primeros períodos de trabajo en la montaña que realizó
La pecorina malata, probablemente la más convincente de sus pinturas simbolistas, como afirma Giovanna Ginex (2). Con una factura filamentosa, alternada por breves pinceladas suculentas que parecen casi querer ocultar el cuidadoso planteo del dibujo, el artista compone el amplio panorama del paisaje montañés y le infunde un sentimiento de ansiosa suspensión en la belleza majestuosa y al mismo tiempo frágil de ese lugar cuyo silencio profundo parece exaltado por la presencia de la pastorcilla.
La elaboración del cuadro debió de ser larga y meditada, como se deduce de la existencia de un boceto al óleo, pintado en monocromo según la costumbre del artista, centrado sobre la figura agachada de la niña; y de un finísimo estudio en pastel de toda la composición que, sin embargo, carece del sentido de dilatada espaciosidad que distingue a la ejecución final, dictado por el estudio detallado de la luz que en leves pero netos cambios pasa de la sombra ligera del primer plano a la luminosa diafanidad de las montañas y la deslumbrante claridad de los hielos, casi un reflejo de la reverberación del sol sobre el prado.
No es casual entonces que, cuando en 1905 Vittorio Pica presentó al artista en el catálogo de la tercera exposición organizada en Buenos Aires por Ferruccio Stefani, pusiera particularmente en evidencia las cualidades de Longoni como refinado luminista: “pintor preocupado sobre todo por los complejos y arduos problemas de la luz” (3). En esa ocasión
La pecorina malata despertó el interés de Eduardo Schiaffino, director del MNBA, atento y actualizado conocedor de las novedades estilísticas del arte europeo, tanto que decidió adquirir la obra para las colecciones de la institución; disposición sobre la cual
La Nación informó enseguida a sus lectores destacando también el estilo y la notoriedad de Longoni: “pintor divisionista bien conocido” (4).
En 1903 el cuadro fue reproducido por primera vez gracias al interés de una amiga y admiradora del artista: Ersilia Bronzini Majno, mujer alineada con los ideales socialistas humanitarios de Filippo Turati y fundadora, en 1899, de la Unión Femenina Nacional italiana; y por segunda vez en 1906 –cuando ya pertenecía al MNBA– en ocasión del IV Congresso Internazionale dell’Assistenza Pubblica e Privata celebrado en Milán. En esa circunstancia sirvió para ilustrar la tarjeta de propaganda del congreso, como testimonia un ejemplar conservado en la Civica Raccolta di Stampe Bertarelli de Milán (5).
por Silvestra Bietoletti
1— Citado por Giovanna Ginex en: Gabriella Belli (cur.), Divisionismo italiano, cat. exp. Milano, Electa, 1990, p. 92.
2— Giovanna Ginex, 1995, nº 258 b, p. 247.
3— Vittorio Pica, 1905, p. 24.
4— “Museo de Bellas Artes-Donación de medallas y un paisaje”, La Nación, Buenos Aires, 7 de septiembre de 1905, p. 1.
5— Giovanna Ginex en: Mostra di Emilio Longoni (1859-1932), cat. exp. Milano, Centro Grafico Linate, 1982, nº 114, p. 90, 320, il. 115.
Bibliografía
1903. BRONZINI MAJNO, Ersilia, Solidarietà di amici in nome dell’arte. Milano, p. 10, reprod. byn nº XV.
1905. PICA, Vittorio, “Prefazione” en: Ferruccio Stefani. Esposizioni d’arte. Catalogo illustrato della III Esposizione. Bergamo, Istituto Italiano d’Arti Grafiche, p. 24, reprod. byn p. 28.
1995. GINEX, Giovanna, Emilio Longoni. Catalogo ragionato. Milano, Federico Motta, nº 258 b, p. 247-248, reprod. color p. 91.
1996. BIANCHI, M. y Giovanna Ginex, Aspetti del collezionismo in Ticino. Dipinti del secondo Ottocento italiano. Lugano, Cornèr Banca, reprod. byn p. 171.
2002. GINEX, Giovanna, Emilio Longoni. Opere scelte e inediti. Milano, Federico Motta, p. 121, 200, reprod. color nº 84.
2004. GIUBILEI, Maria Flora, “Una storia per le Raccolte Frugone” en: Raccolte Frugone. Catalogo generale delle opere. Cinisello Balsamo, Silvana, p. 48, reprod. byn nº 60.
2007. BALDASARRE, María Isabel, “La otra inmigración. Buenos Aires y el mercado del arte italiano en los comienzos del siglo XX”, Mitteilungen des Kunsthistorisches Institutes in Florenz, Firenze, a. 51, nº 3/4, p. 477-502, reprod. color p. 489.