
Encrucijada XVII, Barco fondeado en Puerto Madero, Buenos Aires
Grossman, Eduardo. 1998
Más Informaciónsobre la obra
Inventario 11669
Obra No Exhibida
Eduardo Grossman nació en Buenos Aires el 5 de octubre de 1946. En 1970, inició su carrera como fotógrafo profesional: comenzó a desarrollar una extensa actividad como reportero gráfico para importantes medios argentinos y del exterior. Trabajó para el diario Clarín de 1991 a 2009, y también para publicaciones como Noticias, Humor registrado, El periodista, Elle y Man.
Fue cofundador de la agencia fotográfica Sigla en 1974, de breve pero decisiva existencia. En los años 80, participó del Núcleo de Autores Fotográficos, que reunió a numerosos exponentes de la renovación expresiva que, durante esos años, se produjo en el ámbito local.
A partir de 1980, presentó numerosas exposiciones en el país y en los principales centros de fotograría del mundo. Entre ellas, se destacan las muestras realizadas en la Burden Gallery (Nueva York, 1986), el Centro Georges Pompidou (París, 1983), la Bienal de Caserta (Italia, 1982) y el II Coloquio de Fotografía (México, 1981). Organizó eventos fundacionales como las Jornadas de Fotografía Buenos Aires y el Taller de Fotografía Periodística (La Plata 1989). En 2014, fue jurado del Salón Nacional de Fotografía.
La obra Encrucijada XIII, autopista en construcción pertenece a un grupo de fotografías que el autor desarrolló para mostrar el suburbio como un cruce entre la gran ciudad y lo que está en sus confines. Este cuerpo de obras representa en su mayoría objetos detenidos, inmóviles, que esperan un desenlace en una encrucijada temporal, donde el pasado y el futuro configuran un presente perpetuado por el instante de la toma. Sobre la relación de la fotografía como soporte de la imagen y su vínculo con los objetos que representa, el artista señaló: “Nunca he salido del mundo de las cosas. No me interesa si lo real es una ilusión o no: está ahí, para las fotos”.
La pieza que nos ocupa es el soporte –columna de una autopista sobreelevada que, por razones presupuestarias, imaginamos, se encuentra abandonada o su terminación demorada–. El encuadre fotográfico sustrae a la estructura de cualquier referencia que indique la totalidad del proyecto vial. El paisaje sobre el cual se recorta el bloque de cemento acentúa la sensación de desolación. Vemos a cierta distancia la presencia de un barco y algunas construcciones bajas: nos ubican en un entorno portuario que se disuelve en un horizonte brumoso. El aislamiento en el que está inmersa la estructura le brinda un carácter de extraño monumento megalítico que nos recuerda el enigmático Stonehenge del neolítico, ubicado en Gran Bretaña. A esta impronta monumental se suma su aparente aspecto ruinoso. La imagen de una ruina, con frecuencia, nos remite a un doble objeto, el que vemos y el que fue, pero, en la imagen que ofrece el artista, esta ya no se encadena a otra anterior, no realiza un viaje al pasado que permita reconstruir en nuestro imaginario el objeto que existió en todo su esplendor, anterior a su presente ruinoso. Es un objeto sin pasado y forma parte de un sistema complejo que, supuestamente, se desplegará en el futuro.
La estructura de cemento en forma de “T” que soportará el peso de una autopista y de todos los que circulen por ella no solo permite imaginar su posible recorrido en una escena amplificada, sino que también nos brinda una imagen hipotética de las modificaciones que provocará en el paisaje circundante y en toda la ciudad.
La potencia de la obra de Grossman se cifra en esa inversión del tiempo: la fotografía ya no es un registro del pasado, sino que nos proyecta a otra imagen amplificada que se ubica en un devenir incierto.
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