Comentario sobre Naturaleza muerta
Léon Gischia fue uno de los pocos pintores que permanecieron en París durante la Segunda Guerra Mundial. En esa época, los artistas modernos tenían escasas oportunidades de exponer su trabajo debido a las dificultades logísticas y a la amenaza de censura de los alemanes nazis que llevaban a cabo una campaña agresiva contra la abstracción artística que consideraban “degenerada”. Estos obstáculos impulsaron a muchos artistas franceses a abordar la pintura moderna con renovado fervor reafirmando la herencia cultural de Francia. Esta actitud fue expresada por René Tavernier, editor de
Confluences –la revista literaria de la Resistencia– quien en 1945 llamó a una
renaissance de la patrie en las artes (1).
En mayo de 1941, después de casi un año de ocupación alemana, Gischia participó en la exposición
Vingt jeunes peintres de tradition française, que se realizó en la Galerie Braun luego de haber sido rechazada por otros espacios. El artista Jean Bazaine explicaría más tarde que el título de la muestra tenía un doble objetivo: el adjetivo
française ponía de relieve la idea de una identidad claramente francesa bajo la ocupación alemana, en tanto esperaban a la vez que la palabra “tradición” no dejase presentir a los nazis que se estaba desarrollando alguna actividad clandestina bajo sus narices (2). De febrero a marzo de 1943, Gischia participó en la exposición
Douze peintres d’aujourd’hui en la recién inaugurada Galerie de France. También estaba estrechamente ligado al Salon de Mai, un salón anual influyente fundado en 1943 por los historiadores del arte Gaston Diehl y Michel Florisoone. Participó en su exposición inaugural en 1945, aproximadamente ocho meses después de la liberación de París, y continuó siendo uno de sus artistas estrella en las décadas siguientes.
La producción artística de los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial estuvo marcada por una mezcla internacional y heterogénea de preocupaciones estilísticas y filosóficas. Entre las décadas de 1940 y 1960, mientras el expresionismo abstracto, el
nouveau réalisme y el pop desafiaban la tradición de la pintura europea de caballete, artistas de la generación de Gischia, como Bazaine, Alfred Manessier y Édouard Pignon adoptaron “una síntesis de forma cubista y color
fauve” que honraba la obra de los artistas franceses modernos de la primera parte del siglo XX (3). Gischia admiraba particularmente a Fernand Léger, pero se apartó de la paleta fuerte de negros, blancos y colores primarios de ese artista, así como del tema social del trabajo encontrado en su obra solo ocasionalmente. Gischia se volcó a temas convencionales como el desnudo femenino, la naturaleza muerta y el paisaje. Estos motivos supuestamente neutros le permitieron llevar a cabo sus investigaciones plásticas con un mínimo de contenido psicológico o filosófico, como en
Naturaleza muerta.
Esta obra fue realizada por Gischia en un momento de su carrera en el cual comenzó a fusionar la imitación de los maestros modernos con un estilo que era más singularmente suyo. Integró los arabescos y la paleta vibrante utilizada por los
fauves, especialmente por Henri Matisse, con los tonos terrosos y la geometría del cubismo analítico y sintético respectivamente. Si bien desde mediados de la década del 40 en adelante, sus trabajos evocan la obra de artistas anteriores en la forma y en el tema, esa unificación suya de estilos los hizo totalmente propios. Sobre todo, lo que separó a Gischia de otros artistas fue su lealtad inquebrantable hacia el formalismo frente a las tendencias artísticas de vanguardia. Situada dentro de un contexto político más amplio, su obra da testimonio de la complejidad de los años de posguerra en un país obligado simultáneamente a aceptar su legado cultural y a definir su rol en una nueva escena internacional del arte.
por Jennifer Field
1— René Tavernier, “Confluences” en: Gaston Diehl (dir.), Les problèmes de la peinture. Lyon, Confluences, 1945, p. 7.
2— Jean Bazaine en: Laurence Bertrand Dorléac, Histoire de l’art, Paris 1940-1944: Ordre national, traditions et modernités. Paris, Publications de la Sorbonne, 1986, p. 351-352.
3— Michèle C. Cone, “‘Abstract’ Art as a Veil: Tricolor Painting in Vichy France, 1940-44”, The Art Bulletin, New York, vol. 74, nº 2, junio de 1992, p. 192.