
Eloquence (La elocuencia)
Bourdelle, Émile Antoine. 1915
Más Informaciónsobre la obra
Inventario 7655
Obra Exhibida
Sala 15
Así como Buenos Aires es la única ciudad de toda América que posee un monumento público realizado por Rodin, el dedicado al presidente Domingo F. Sarmiento (1900), también puede enorgullecerse del Monumento al general Carlos María de Alvear, obra de Bourdelle. Se tomó la decisión de realizarlo en 1908 en el marco de la celebración del Centenario de la Revolución de Mayo, en la cual el general Alvear (1783-1852) había desempeñado un papel decisivo en la batalla de Ituzaingó, además de contribuir al proceso de independencia en Argentina y en Uruguay. Sin embargo, recién en 1912 el comité reunido en París decidió, impulsado por Rodolfo Alcorta, diplomático, artista y coleccionista, dirigirse a Bourdelle quien, gracias a Heracles arquero, expuesto en el Salón de 1910, y a la decoración del Théâtre des Champs-Élysées que sería inaugurado en 1913, era considerado uno de los escultores más visibles del París inmediatamente anterior a la guerra. El encargo lo hizo sumamente feliz: para un escultor, tener la ocasión de ejecutar un monumento ecuestre, de medirse con los grandes modelos del Renacimiento, era efectivamente una oportunidad excepcional no a todos otorgada. Rodin no la tuvo: el Monumento al general Lynch, destinado a Santiago de Chile, no fue más allá de la etapa de maqueta.
Los ricos archivos conservados en el Musée Bourdelle, en París, permiten seguir paso a paso el nacimiento y la realización del monumento: Bourdelle firmó el contrato el 1 de marzo de 1913, comprometiéndose a que el monumento estuviese listo para su envío en junio de 1915. No obstante, al estallar la guerra todo cambió: sus asistentes fueron movilizados y el precio de los materiales subió, lo que generó litigios que duraron años. Por otra parte, Bourdelle tuvo que encontrar una solución para guardar ciertas partes del monumento que estaban terminadas pero no podían ser enviadas a Argentina. Él mismo se refugió en Montauban donde continuó trabajando en el monumento que imaginaba, como demostró Penelope Curtis, como su contribución personal al esfuerzo de la guerra. Realizó entonces numerosos estudios dibujados y a la acuarela de soldados, caballos, así como también de partes del equipamiento ecuestre (rienda, silla, estribos) y militar (casco, cinturón, charreteras). Innumerables planos, bocetos, maquetas, en papel, en barro o yeso, conservados en su mayoría en el Musée Bourdelle, dan testimonio del considerable trabajo realizado por el artista.
Al mismo tiempo reflexionaba sobre la composición del monumento. Efectivamente, le daba una importancia considerable al elevado pedestal “concebido, en principio, como columna. […] Ese pedestal estrechado abajo penetra en el suelo a la manera de las columnas del Partenón, del mismo modo que los árboles se arraigan” (1). Se trataba, en este caso, de inscribir el monumento en el espacio triangular formado por el cruce de las avenidas Libertador y Alvear, ocupado en parte por escaleras, como él mismo explica en un documento conservado en el MNBA (inv. 8812). Cada detalle estaba minuciosamente previsto para destacar la estatua ecuestre que “como los jinetes del campanario de Estrasburgo […] solamente mostrará sus verdaderas líneas y sus ángulos exactos como los quise yo ubicada en altura y a su nivel más alto”.
Las dos primeras alegorías, la Fuerza y la Victoria, figuraban ya en el contrato de 1913; los temas de las otras dos, la Elocuencia y la Libertad, fueron definidos más tarde. Bourdelle pensó primero en representarlas sentadas, como prueban los croquis. En la maqueta definitiva, de 1915, estas cuatro “soldados símbolos y colaboradores del Brigadier General Alvear” (2) ya están de pie, paradas sobre una especie de espolones que salen del pedestal a un tercio de su altura. Tratadas como estatuas-columnas, simplificadas y alargadas al extremo, refuerzan el impulso del monumento suavizando a la vez la austeridad de la base. “Los cuatro lados cortados del zócalo se animan y se iluminan con cuatro figuras gigantescas […]. Estas figuras rígidas, sin gesticulación desordenada, pero de un arabesco elegante, están pensadas en un estilo severo y vigoroso. Sostienen el monumento con una voluntad altiva de potencia calma y serena” (3).
1— Bourdelle, 30 de mayo de 1923, Musée Bourdelle, París.
2— Précis du Mt. Alvear, Musée Bourdelle, París.
3— Marcel Pays, “Antoine Bourdelle”, L’Art et les Artistes, Paris, nº 7, 1923, p. 228.
4— Archivo Musée Bourdelle, París. Agradezco a Lucile Douchain su ayuda en las investigaciones realizadas en el Musée Bourdelle.
5— Esta hipótesis se ve fortalecida por el hecho de que la Fuerza y la Elocuencia ya estaban listas en 1916.
6— Archivo Musée Bourdelle, París, carpeta entelada nº 12.
1972. BALIARI, Eduardo, Almario de Buenos Aires. Los monumentos. Buenos Aires, Ministerio de Cultura y Educación.
1984. JIANOU, Ionel y Michel Dufet, Bourdelle. Troisième édition avec le catalogue des sculptures complété et numeroté. Paris, Arted, nº 569, lám. 64.
1997. PONCE, Néstor y Eric Fisbach, “Un général argentin dans la première guerre mondiale”, Les Langues Néo-Latines, Paris, nº 300, p. 31-56.
1998. GAUTHERIN, Véronique, Antonio Bourdelle. Esculturas. São Paulo, Pinacoteca do Estado, p. 151-157.
2009. CURTIS, Penelope, “Édifier le monument: construire ses archives” en: La Mémoire à l’oeuvre. Les archives Antoine Bourdelle. Paris, Paris Musées/INHA/ Éditions des Cendres, p. 14-37.
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