
S/T
Santilli, Marcos. c. 1972
Más Informaciónsobre la obra
Inventario 8526
Obra Exhibida
Sala 35. Arte concreto y Abstracción. 1945-1970
A fines de los años cuarenta, la salteña María Martorell obtenía el premio en el Primer Salón Anual de Pintura de la provincia por un paisaje terroso, de colores sombríos, con árboles en primer plano (Tres árboles, 1948, Museo Provincial de Bellas Artes, Salta) que anuncian ya con sus ramas casi sin follaje el ritmo y el dominio de las direcciones que caracterizan su obra abstracta posterior.
Su llegada a la abstracción revela la circulación de ideas entre centro y periferia. La lectura atenta de la revista Ver y Estimar (1) fue el sedimento de sus viajes a Buenos Aires, de la aproximación a las divulgaciones y actividades de Jorge Romero Brest y de su radicación europea entre mediados de 1952 y fines de 1956, primero realizando estudios en Madrid y luego en París, donde sigue los cursos de Pierre Francastel y Paul Rivet. En su estadía europea comenzó el proceso de abstracción del paisaje, paso previo a su llegada pausada al geometrismo que le será característico. Las frecuentes visitas a la galería Denise René, centro del arte no figurativo de la posguerra, y el descubrimiento de la obra de Mondrian fueron definitorios para su cambio estético.
En 1963, por invitación de Romero Brest participó de la exposición Ocho artistas constructivos, que estaba integrada principalmente por los geométricos generativos (2). A fines de los años sesenta realizó un cambio definitorio: centrarse en la presentación de un movimiento continuo mediante bandas ondulantes de color; sin duda una evolución conceptual de su pintura de elipsis rítmicas ejecutadas desde 1962. Aunque en 1969 exploró la posibilidad de una ambientación lumínica que extendiera las bandas de color en el espacio, fue un acto circunstancial, del espíritu de época (3). Ondulante pertenece a este momento clave en la trayectoria de Martorell, cuando realizó algunas de sus obras más ambiciosas como la serie Ecko (Museo de Arte Moderno, Buenos Aires). Las resonancias musicales la acercan a las búsquedas que realizaba entonces Kazuya Sakai, más que la intención de encontrar una raíz americana de su pintura, lectura sugerida por sus tapices y los títulos de algunas de sus obras de los años cincuenta.
1— María Martorell. Encuentros entre un pintor y su memoria nº 5, cat. exp. Buenos Aires, Unión Carbide, 1982. Véase: Nelly Perazzo, “Las aventuras secretas del orden” en: María Martorell. Salta, Pro Cultura Salta, 2001, p. 11-18.
2— Ocho artistas constructivos: Brizzi, Espinosa, Lozza, Mac Entyre, Martorell, Sabelli, Silva, Vidal, cat. exp. Buenos Aires, MNBA, 1963. A comienzos de los años sesenta el término “constructivo” se aplicaba a las tendencias geométricas que habían transitado del arte concreto, el arte madí y el perceptismo hacia una geometría de búsquedas rítmicas; los artistas generativos solían titular sus obras “construcción”. El término es confuso ya que se asocia con la escuela de Torres García en el Río de la Plata.
3— María Martorell. Exposición de pintura y banda oscilante integrada en el espacio, cat. exp. Buenos Aires, Galería El Taller, 1969.
1990. WHITELOW, Guillermo, María Martorell. Buenos Aires, Gaglianone, reprod. color p. 48.
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