Arte Argentino
Un vasto panorama de arte argentino, con obras de sus mayores representantes
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Del 11 de octubre de 2016 al 30 de diciembre de 2016
Sala de exposiciones temporarias
35 obras expuestas
Visitas guiadas: Miércoles, viernes y domingos, a las 16 (excepto 23, 25 y 30 de diciembre).
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Medio siglo de trabajo constante le ha otorgado a Norberto Gómez un lugar preferencial en la plástica argentina contemporánea. Reconocido por pares y críticos, su llegada al Museo Nacional de Bellas Artes con una muestra individual es un verdadero acontecimiento: no solo comporta un honor para la institución, sino que además brinda una ocasión para difundir masivamente su obra y releer su trayectoria de un modo especial. Pues esta exposición plantea una retrospección anómala en tanto reúne obras de dos períodos separados por más de cuarenta años que dan lugar a una paradoja que reside en la fuerte similitud de sus búsquedas estéticas de las obras de los 60 con las actuales. La puesta en suspenso del tiempo de elaboración —o acaso cabría hablar de su anulación— que media entre ambos momentos reabre la cuestión de la perennidad del arte —o, lo que es lo mismo, de su relativa ahistoricidad—, cuando consigue despojarse de las ataduras que la crítica o la cultura de su época le imponen.
Se trata, por un lado, de construcciones geométricas de los años 60 que habían sido destruidas casi en su totalidad y que fueron recreadas por Gómez con oficio y precisión, y por otro lado, de obras actuales que se postulan como una continuación de aquellas. El diálogo planteado entre ambos extremos de la trayectoria del artista invita a la reflexión sobre la temporalidad, el devenir y la fragilidad de las lecturas —no pocas veces caprichosas— que cada trama histórica propone, así como pone en valor el resplandor de las potencialidades del arte que logra atravesar las capas de sentido del tiempo y de la crítica y sigue interpelando al espectador con su enigma.
Gómez desanda aquí el camino de la representación, la expresión o la significación para entregarse de plano a la simpleza de la indagación del espacio, el movimiento y la luz, sugiriendo una clausura de toda ansia icónica, de todo gesto orientado por un sentido predeterminado. Hay, en sus geometrías, un simple mostrar la materia en su posibilidad de sugerir el dilema fundamental del existir en un eterno presente, sin atribuciones, sin opacidades, sin historia. Es el mero ser del mundo en su forma más simple, desnuda. Desvanecidas las pretensiones usuales que inficionan al arte (reflejar lo real, inventarlo, metonimizarlo, negarlo), solo cabe al objeto no metafórico, pura forma, ofrecerse en su corporeidad innominada.
El rigor de sus búsquedas —siempre refractarias a las modas y tendencias del momento— se consuma en estas geometrías oníricas, que pese a su materialidad flagrante reclaman sacralidad, y que resuelven, al reducir a su núcleo más puro, los estadios de una obra que atravesó y signó el último medio siglo y alumbra el recorrido del porvenir.
Andrés Duprat
Director Museo Nacional de Bellas Artes
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Pueden consultar el catálogo de la exposición, aquí.
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