En 1961, Ernesto Deira, Rómulo Macció, Luis Felipe Noé y Jorge de la Vega promovieron y llevaron adelante la exposición Otra Figuración en Galería Peuser, Buenos Aires. A partir de entonces integraron una explosiva agrupación durante más de cuatro años, con la cual protagonizaron uno de los capítulos más significativos de la historia del arte argentino de la segunda mitad del siglo XX, conocidos como grupo Nueva Figuración.
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Esta exposición, como parte de la programación del Museo Nacional de Bellas Artes para la celebración del Bicentenario de la Revolución de Mayo, cumple también la función de inaugurar el año del cincuentenario de aquella histórica primera exposición. Ambas conmemoraciones ofrecen la oportunidad de una relectura de los desarrollos particulares y conjuntos de estos cuatro artistas, y de su significación desde aquel período hasta su proyección en el presente.
Ellos fueron parte del cambio de paradigmas que tuvo lugar en distintos centros del arte occidental a partir del fin de la Segunda Guerra Mundial, y hasta entrada la década del sesenta. Se anunció el agotamiento del proceso de la pintura que se había iniciado en el Renacimiento y la concepción de la obra de arte tradicional comenzó a perder su identidad como tal. De esta forma, finalizaba el ciclo moderno del arte y se hacía efectivo el pasaje de la modernidad a la posmodernidad.
En Buenos Aires, este quiebre fue protagonizado por muchos artistas y tendencias de apertura: informalismo, arte destructivo, arte de acción, interacción con el cosmos, arte cosa, happenings, arte político y nueva figuración, que con sus propuestas llegaron a la casi extinción del concepto de obra. Se trataba de la manifestación de nuevos modelos y modos de enfocar y comprender los fenómenos artísticos. Se inauguraba así una de las décadas más convulsionadas del siglo y también la contemporaneidad para el arte.
Uno de los objetivos principales del grupo fue cuestionar la institución pintura, lo cual sólo comenzó a través de la búsqueda de una nueva imagen de los seres humanos en su contexto. Ellos conjugaron los elementos más diversos a partir de lo que Deira denominó estallido de la pintura. La actitud conceptual del grupo fue teorizada por Noé, quien habló de la visión quebrada. Según su interpretación, la visión del mundo de aquel momento debía centrarse en el término caos como objetivo explícito. Los cuatro abordaron ese eje desde sus propios discursos artísticos, que se potenciaron en la interacción de cuatro propuestas inéditas e irrepetidas, cuyo enérgico recorrido inicial analiza esta exposición.
La exposición
El público que visite la exposición Nueva Figuración en el Museo Nacional de Bellas Artes encontrará en el hall de entrada la emblemática fotografía de los cuatro integrantes del grupo, de Sameer Makarius, y una obra muy significativa de cada uno de ellos en el espacio escalera. Todo el bloque funciona como apertura de la exposición instalada en el pabellón. El guión curatorial pretende poner de manifiesto dos objetivos principales: exhibir las líneas personales de desarrollo de cada uno de los artistas búsquedas y encuentros de sus lenguajes individuales e identidad propia de sus discursos, de manera paralela a la puesta en evidencia del fuerte cuestionamiento que los planteos artísticos de los cuatro integrantes hicieron a la institución pintura y al estado de las artes visuales en la Argentina en el momento previo al surgimiento rupturista de fines de los años cincuenta y comienzos de los sesenta.
Se optó por un desarrollo secuencial y cronológico de cinco núcleos principales que constatan la vertiginosa evolución del recorrido artístico y conceptual de estos cuatro artistas, que al congregarse en grupo cambiaron la historia de la pintura argentina.