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Bellas Artes Cine: Cuatrocientos años de cine

Los viernes y sábados de mayo, en el primer ciclo de cine del año, se proyectarán cuatro filmes clásicos que este 2025 cumplen un siglo desde su estreno. Entrada gratuita con reserva previa.

El Museo Nacional de Bellas Artes y Amigos del Bellas Artes presentan el primer ciclo del año de Bellas Artes Cine, que estará dedicado a celebrar el centenario de cuatro películas que forman parte de la historia grande del séptimo arte

“Aunque parezca mentira, algunas de las obras más grandes del cine cumplen cien años. Los espectadores ‒tal es la magia de este arte‒ vemos a los personajes moverse en presente: para las películas, especialmente para las grandes películas, el tiempo no pasa. Pero, fetichistas como somos de lo digital, un siglo es un siglo, y vamos a festejarlo: cuatro películas que cumplen cien años, cuatro obras maestras que contribuyeron a enriquecer el arte. Entre todas, cuatrocientos años de cine”, explica Leonardo D’Espósito, curador del programa. 

“Los nombres impactan ‒y, otra vez, sorprende que sea “un siglo”‒: Eisenstein, Chaplin, Keaton y Vidor. Sin embargo, hay algo todavía más asombroso: que estos cuatro filmes clave son mucho más impresionantes, emotivos, graciosos y ‒sobre todo‒ originales que la mayor parte de lo que las carteleras, cada vez más pobres en variedad y origen, tienen para ofrecernos. 

Es probable que conozca estas películas por fragmentos, por referencias, etcétera. Pero si nunca las vio completas, como corresponde en un cine, descubrirá que no se parecen a nada previo ni posterior y que son de una modernidad apabullante, más reales incluso que la última serie de una plataforma. Para novedad, los clásicos: nunca más cierto”, concluye.

Las funciones de Bellas Artes Cine serán los viernes y sábados de mayo, a las 18, en el Auditorio de Amigos del Bellas Artes, ubicado en Av. Figueroa Alcorta 2270, sala que cuenta con capacidad para 235 espectadores. Las entradas son gratuitas, con reserva previa*, y se adquieren únicamente en línea, completando el formulario para cada función (ver programación). 

*Importante: la reserva de entradas estará disponible una semana antes de la fecha de proyección elegida.

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PROGRAMACIÓN 🎬

  • “El acorazado Potemkin”

Viernes 9 de mayo, 18 h

🎟️RESERVA DE ENTRADAS

  • “La quimera del oro”

Sábado 10 de mayo, 18 h

🎟️RESERVA DE ENTRADAS

  • “El gran desfile”

Viernes 16 de mayo, 18 h

🎟️RESERVA DE ENTRADAS

  • “Las siete ocasiones”

Sábado 17 de mayo, 18 h

🎟️RESERVA DE ENTRADAS

  • “La quimera del oro”

Viernes 23 de mayo, 18 h

🎟️RESERVA DE ENTRADAS

  • “El acorazado Potemkin”

Sábado 24 de mayo, 18 h

🎟️RESERVA DE ENTRADAS

  • “Las siete ocasiones”

Viernes 30 de mayo, 18 h

🎟️RESERVA DE ENTRADAS

  • “El gran desfile”

Sábado 31 de mayo, 18 h

🎟️RESERVA DE ENTRADAS

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SINOPSIS 📝

  • “El acorazado Potemkin”

Dirección: Sergei Eisenstein

Unión Soviética, 1925

Duración: 100 minutos

A veces prohibida (durante varios años de la década de los setenta en la Argentina, entre el gobierno de María Estela Martínez de Perón y la dictadura de Videla; pero lo había estado antes), “El acorazado Potemkin” se convirtió en una película obligada para la militancia de izquierda. Pero esa referencia histórica o política, debida a la evidente intención didáctica del joven Eisenstein en su primera película, rodada cuando el stalinismo aún no había arrasado con la modernidad estética que se proponía entonces en la URSS desde movimientos como el constructivismo (que tiene bastante que ver con el estilo del director), disminuye demasiado el peso de la película. 

Es la historia del alzamiento de un buque acorazado en 1905 ante la ciudad de Odessa, durante la Revolución de ese año. De cómo marinos maltratados se amotinaron, de cómo apoyaron la revuelta en la ciudad, de cómo esta fue reprimida y de cómo triunfó la solidaridad de las clases oprimidas (no tanto, revisada la historia real, pero bueno, es una película). 

Lo más recordado es la secuencia de las escalinatas, con los cosacos masacrando a la masa que protesta (mil veces citada y hasta parodiada, resignificada con enorme talento polémico por Brian De Palma en “Los Intocables”), pero hay mucho para ver: cómo Eisenstein movía masas enormes de personas a la manera de personajes, el montaje “de atracciones” ‒por ideas, no por formas‒, las metáforas visuales surgidas del puro registro y, sobre todo, la energía juvenil, desbordada, vertiginosa, que le otorga la fuerza a la película. 

Mucho de lo que Potemkin inventó quedó para siempre en el cine. Como “El ciudadano”, una muestra de desparpajo juvenil de alguien que, con una cámara, no estaba dispuesto a no inventarlo todo de nuevo.

  • “La quimera del oro”

Dirección: Charles Chaplin

EE.UU., 1925

Duración: 96 minutos

Charles Chaplin estaba en la cima del mundo en 1925, o casi. Había sido el primero en crear para el cine la noción de personaje, a tal punto que hasta hoy su “Carlitos” de bigote, bastón y bombín suele utilizarse como ícono representativo del séptimo arte. Chaplin era millonario y podía hacer cualquier cosa. Incluso había intentado hacer un melodrama solo dirigiendo (la interesante “Una mujer de París”) y estaba montando su propio estudio. Es interesante, además, contar que fue de los primeros en tomarse el cine como un verdadero arte y sentirse un artista, un creador. Un autor, para utilizar la noción más popular y útil al respecto. 

“La quimera del oro” es probablemente la suma del Chaplin mudo: aquí tenemos al vagabundo arrastrado a la fiebre del oro que sacudió a los EE. UU. entre finales del siglo XIX y principios del XX, en especial en el frío norte, el Klondike donde a los peligros del hielo y del hambre, había que sumar el de los forajidos. Que Chaplin pudiera hacer comedia ‒y gran comedia‒ con un campo tan desolador es ya un acierto. El uso del plano medio que permitía mostrar perfectamente a su personaje en un universo hostil a su ridiculez ‒y que, por eso mismo, se convertía en ridículo‒ es sistemático y preciso. La secuencia de la cabaña al borde del abismo combina lo espectacular y grandilocuente con la ironía cómica, y pocas veces el cuerpo de Chaplin fue más elástico, más acrobático como en esta historia de ambiciones y odios devenida en ciclo cómico.

  • “El gran desfile”

Dirección: King Vidor

EE.UU., 1925

Duración: 151 minutos

Poco se habla de King Vidor y es una lástima, porque su cine está lleno de obras maestras. En gran medida, fue el creador de las herramientas para el melodrama social en los EE. UU. Entre sus títulos más importantes, se encuentran “El pan nuestro de cada día”, “Y el mundo marcha”, “El campeón”, “La ciudadela”, “Stella Dallas”, “Duelo al Sol”, y quizás la única adaptación en verdad lograda de un libro de Ayn Rand (al que Vidor, sabiamente, le corrige la ideología transformándolo en una metáfora de otra cosa): “El manantial”. En todas, Vidor utiliza sutiles metáforas combinadas con un realismo extremo en la puesta en escena. Especialmente en sus películas mudas, elude los manierismos en la actuación para hacer de los personajes gente real, contemporánea perpetua del espectador. Era audaz, además, y no dejaba ni imagen ni idea “tabú” fuera de sus filmes (se criticó, y luego se aplaudió, que en “Y el mundo marcha” mostrase por primera vez un baño por dentro). Sus personajes son siempre obsesivos que deben decidir entre el deseo y el deber, y suelen optar (con buenas o malas consecuencias) por lo primero. En este cuento de la Primera Guerra Mundial, tenemos a un joven de buena familia obligado por su padre a enlistarse, una primera mitad como melodrama romántico (se enamora de una chica francesa y luego ella descubre que él está comprometido), y la segunda parte es la guerra y sus consecuencias. Vidor no elude nada, es casi cruel en la manera de presentar los efectos de una batalla inútil. Una secuencia clave (la del soldado alemán y el cigarrillo) ha sido ampliamente copiada, y el filme influiría en la más famosa (pero menos impactante) “Sin novedad en el frente”, de Frank Borzage, rodada un lustro después. Vidor fue un poeta del realismo, y clave en el desarrollo del cine clásico.

  • “Las siete ocasiones”

Dirección: Buster Keaton

EE.UU., 1925

Duración: 60 minutos

La idea de que el gran rival de Chaplin era Buster Keaton es un invento de la crítica moderna, que en gran medida (y con cierta justicia) coloca a Keaton como creador cinematográfico por encima de Chaplin. Por cierto, es como discutir si era mejor escritor Faulkner o Scott Fitzgerald, mejor pintor Renoir o Van Gogh, o mejor futbolista Maradona o Messi: a cada quien sus méritos y todos en la élite de su actividad. 

Keaton apelaba más a la imagen completa que al personaje ‒que, de todos modos, era icónico: un tipo casi inexpresivo al que el mundo ataca de todas maneras, hasta que encuentra la forma de resignificar los objetos y los movimientos para ponerlos a su favor‒ y utilizaba el plano para crear un efecto dramático que siempre era sorpresivo. La comicidad provenía de la acumulación sistemática de problemas a cual más absurdo, y la risa final, de la solución ingeniosa, inesperada de todos esos problemas.

La persecución desproporcionada es una de sus figuras más frecuentes: en “Las siete ocasiones”, se trata de un ejército de mujeres desesperadas por casarse con él. El filme se basa en una obra teatral: un joven heredará miles de millones si se casa antes de cierto día y cierta hora. Está enamorado de una chica que, además, lo ama, pero es torpe y no logra declararse como es debido. Intenta siete veces conseguir a una señorita y falla: finalmente, coloca un aviso demasiado sincero en el diario, que provoca el aluvión femenino. El montaje, las elipsis (la iglesia llenándose de novias tiene el mismo impacto ‒y terror‒ de los cables llenándose de cuervos en “Los pájaros”, la obra maestra de Hithcock) y el desenlace superan en vértigo e ingenio a cualquier batalla de superhéroes de hoy. Algo más: Keaton fue el primer creador del “one liner”, el gag de diálogo en pleno cine mudo, gracias a su uso irónico y lúdico de los subtítulos. En manos de Keaton, el universo era otra cosa.

***

Consideraciones generales ℹ️

  • Está prohibido el consumo de alimentos y bebidas dentro de la sala.
  • En caso de reprogramación, quienes hayan reservado sus entradas serán contactados por correo electrónico.

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