
Campamento gitano
Barradas, Rafael. ca. 1922
Más Informaciónsobre la obra
Obra Maestra
Inventario 10668
Obra Exhibida
Sala 27. Vanguardias rioplatenses 1920-1950. Colección María Luisa Bemberg
A fines de 1913, con 23 años de edad, Barradas llega a Europa ingresando por la ciudad de Milán, donde tiene un fugaz contacto con el futurismo. Después de una breve estadía en París, donde continúa sus ensayos de pintura planista dinámicamente estructurada, se dirige a Barcelona, ciudad que le recibe en momentos de iniciarse la Primera Guerra Mundial. Ese año de 1914 trabaja como ilustrador para la revista L’Esquella de la Torratxa, pero pronto decide viajar a Madrid caminando, aunque solamente llega hasta Zaragoza, donde pasa todo el año de 1915. Allí contrae matrimonio con Simona Láinez, regresando con ella a Barcelona a principios de 1916. Trabaja como ilustrador en publicaciones de la Librería Católica Pontificia y en la Revista Popular, en cuya redacción conoce a dos poetas con los que entablará gran amistad: Juan Laguía Lliteras y Juan Gutiérrez Gili, mientras el proceso de su pintura se orienta hacia un exaltado cromatismo y un encastre de los planos rítmicos conformando un modo pictórico que a principios de 1917 él denominó vibracionismo, al que pertenece, precisamente, la pieza Composición vibracionista.
Ya su obra montevideana presentaba antecedentes de un pintor inclinado hacia el dibujo instantáneo y la pincelada fugaz marcado por una voluntad impresionista. Pero su llegada a Europa, con los constantes estímulos recibidos en Italia, Francia y España, le permite consolidar un lenguaje sincrético de amplia gama cromática con un dibujo regulador libremente estructurado, que conjuga elementos tanto del cubismo como del futurismo italiano. Estas son, básicamente, las características formales del vibracionismo, el que, por otro lado, tiene su punto de apoyo visual en un paisaje urbano renovado a través de su multiplicidad de perspectivas, de su dinamismo mecánico, y de su capacidad para incorporar nuevos ciudadanos partícipes de esa gran “máquina de habitar” colectiva.
1917 es el año de lanzamiento de Barradas en Barcelona: en el mes de abril participa en la exposición homenaje al grupo de artistas franceses refugiados en esta ciudad, al tiempo que inicia sus colaboraciones en el periódico de Salvat-Papasseit Un enemic del poble. Fulla de subversió espiritual, aparecido en el mes de marzo. Pero el hecho más significativo es la amistad que se establece entre Barradas y Torres García. Si bien no es posible datar con precisión la fecha del primer encuentro, en la agenda personal de este último el nombre de Barradas comienza a figurar semanalmente a partir del mes de agosto de 1917. La hipótesis de que sea esta la datación más probable se ve reforzada por el hecho de que el conocido artículo de bienvenida y alabanza que Torres dedica a Barradas y que se publica casi de inmediato en el diario El Siglo de Montevideo, data de septiembre de 1917.
La entusiasta y espontánea amistad que rápidamente vincula a estos dos artistas uruguayos en Barcelona determinará que en el mes de diciembre expongan juntos en Galerías Dalmau.
A esta época pertenece la pintura Composición vibracionista, la que tiene elementos comunes tanto con Gitanas (1917, acuarela sobre papel, 49 x 49 cm, Museo Nacional de Artes Visuales, Montevideo) como con Composición (1917, acuarela sobre papel, 50 x 54 cm, Museo Nacional de Artes Visuales, Montevideo). Tan es así que estas piezas constituyen una tríada que, en razón de su secuencialidad, poseen el carácter de serie. Efectivamente, la última de las nombradas contiene varios elementos formales de la primera, al punto que podría verse como otra versión de la misma obra, pero con una paleta de tonalidades frías y con tendencia a recomponer hasta cierto punto la representación figurativa que aparece totalmente fragmentada en Composición vibracionista. Esta última pieza, a su vez, contiene elementos plásticos de Gitanas como son el rayado de fondo y la forma cuneiforme amarilla y verde que ocupa en ambos casos el centro del cuadro. Los problemas específicos de familiaridad iconográfica que presentan entre sí estas tres obras, a los que habría que agregar los sugeridos en un análisis comparativo de la acuarela Gitanas (1917, Museo Nacional de Artes Visuales, Montevideo) y el óleo Campamento gitano (1918, inv. 10670, MNBA), permiten suponer la existencia de dibujos previos de Barradas (ca. 1915-17) de los cuales puedan haber surgido elaboraciones formales en distintas direcciones que por ese motivo presentan notoriamente elementos en común.
La incorporación del reloj como círculo pregnante portador del signo numérico en un campo formal muy estructurado es un recurso bastante frecuente en obras del período vibracionista, como es el caso en 1917 de la tinta Bonanitingui publicada al año siguiente en Arc Voltaic (1). Pero resulta significativo el hecho de que se trate de un elemento que también aparece en algunas obras de Joaquín Torres García de la misma data (2).
1— En el primer número de Arc Voltaic (febrero de 1918), revista dirigida por Joan Salvat-Papasseit, se sugiere la influencia de la terminología barradiana en la propia portada: “Formas en emoción y evolución. Vibracionismo de ideas…”.
2— Particularmente en el caso de Dibujo (1917), tinta sobre papel, 22 x 15,6 cm, perteneciente a una colección privada de Buenos Aires.
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