Comentario sobre Retrato de dama (Tít. ant.: Retrato de princesa)
En los dos retratos de busto (inv 3680, 3681), de tres cuartos perfil, las figuras están ubicadas ante un fondo verdoso, mirando al espectador. El encuadre, la pose en espejo, las medidas casi idénticas, indican que fueron realizados como un par. El planteo y el tratamiento pictórico corresponden a la misma mano en ambos casos, al igual que la concepción de las cabezas y su implante con respecto al tronco. El pintor, un hábil retratista, definió con seguridad los rasgos y la expresión de los modelos. Los rostros están modelados mediante breves pinceladas que sugieren la forma y el volumen, acentuado por un suave sombreado producido por la iluminación unificada proveniente de la izquierda, con efectos más pronunciados en el rostro masculino, que tiene además el fondo más claro.
El caballero viste una ropilla negra, cerrada en el centro por una hilera de botones dorados, adorno que reaparece en la manga derecha. Sobre el pecho, a su izquierda, se ve la parte superior de la cruz roja de la Orden de Santiago, una de las tres órdenes militares más prestigiosas de España, índice por lo tanto de la jerarquía social del retratado. El cuello remata en una espumosa lechuguilla, trabajada con toques de pigmento blanco aplicados con el pincel cargado de materia, sugiriendo el encaje de manera pictórica y sintética. Un tratamiento similar reciben los botones, cuyo brillo y volumen se indican con breves pinceladas curvas amarillas y ocres.
La dama lleva una saya negra de alto cuello, animada por una doble hilera de perlas que rodean el cuello y caen verticalmente sobre el centro del pecho. Las perlas están logradas mediante pequeños toques de pigmento blanco, aplicados con la punta del pincel. La lechuguilla de encaje blanco, con un diseño más sencillo que el de su pareja, está tratada de manera semejante.
Por las características de las lechuguillas y del peinado femenino deben datarse entre 1570 y 1590, pues coinciden con las modificaciones en la moda española que se producen promediado el reinado de Felipe II (1).
Se encuadran en la categoría de “pequeños retratos”, llamados retraticos o retratos de faltriquera (2). Se diferencian de la miniatura tanto por la técnica (gouache sobre vitela en la miniatura (3), óleo sobre cartón o cobre en el pequeño retrato) (4) como por la manera de aplicar el pigmento: con pequeñas pinceladas en la técnica del óleo, fluidas o algo empastadas como en estos ejemplos, mientras en la miniatura el procedimiento más utilizado consiste en la colocación de pequeños puntos (5). A menudo se realizaban sobre un naipe o un cartón semejante, de ahí la denominación de retratos de naipe que recibieron.
Los retratos en miniatura y pequeños retratos aparecieron en Inglaterra y en Francia en la primera mitad del siglo XVI, pero los segundos se desarrollaron sobre todo en Italia, España y los Países Bajos. En España, el príncipe Felipe tenía en 1547 entre sus pintores de cámara a Diego de Arroyo (1498-1551), especialmente hábil en pequeños retratos (6), pero fue en la segunda mitad del siglo cuando alcanzaron gran difusión en los círculos cortesanos. Su auge se ha relacionado con la presencia, desde la década de 1550, de varios retratistas convocados por los Habsburgo: los flamencos Catalina van Hemessen y Antonio Moro (1515/25-1575), y la italiana Sofonisba Anguissola (1532- 1625). La actividad de Moro en este campo solo está documentada con seguridad en Inglaterra, pero el género fue practicado por su discípulo, Alonso Sánchez Coello (1531/1532-1588), el más destacado representante de la retratística cortesana española en la segunda mitad del siglo XVI, quien trabajó desde 1557 al servicio de Felipe II. El procedimiento se utilizaba en su taller y en él se encuentran pintores de retratos pequeños, como su hija Isabel Sánchez Coello (1564-1612), Juan Pantoja de la Cruz (1551-1609), su sucesor como pintor de cámara de Felipe II y Felipe III, y Felipe de Liaño (1550/1560-1595/1602).
Estos retratos podían tener variadas funciones, desde el uso familiar hasta su empleo como regalos de Estado, y a veces cumplían el papel de retratos amatorios. Aunque a menudo se colocaban en pequeñas cajas de joyería o en medallones, en ocasiones recibían un marco muy sencillo. El par del Museo se inserta en esta tradición y su interés radica en que se ubican entre los ejemplos tempranos del género en España. Fueron adquiridos por Ángel Roverano en París en 1905 y representan las obras más antiguas de su colección, compuesta en su mayor parte de pintura contemporánea. En el catálogo de la venta figuraban con la autoría de Sánchez Coello, pero en la lista de las obras enviadas desde Niza por el coleccionista en abril de 1910, se consignan como de École espagnole. Al llegar a destino hubo un nuevo cambio, pues en la lista de ingreso al Museo el retrato masculino está atribuido a Antonio Moro, y a Sánchez Coello el de la dama, según las autorías que figuran sobre etiquetas pegadas en el reverso de cada obra, anteriores a la venta. Roverano envió una serie de indicaciones con respecto a la donación y señaló que estos “dos ejemplares interesantísimos eran del mismo autor y de la escuela española, aunque las etiquetas que tienen puestas detrás no digan eso […]”.
Por su excelente calidad y sus características, los consideramos ejecutados por un buen retratista próximo a Alonso Sánchez Coello (7). Tienen una gran afinidad con un pequeño retrato oval masculino del Museo Lázaro Galdiano (Madrid), catalogado en 1999 por Carmen Espinosa Martín como obra de autor anónimo (8) pero atribuido posteriormente por la misma especialista a Alonso Sánchez Coello (9). Sobre todo, presentan notables coincidencias en el planteo compositivo y en la factura con cuatro pequeños retratos del Musée du Louvre (10), de dimensiones apenas mayores, recientemente atribuidos al mismo artista, lo cual nos lleva a plantear la hipótesis de que podrían pertenecer al mismo conjunto.
por María Cristina Serventi
1— Carmen Bernis, “La moda en la España de Felipe II a través del retrato de corte” en: Santiago Saavedra (ed.), Alonso Sánchez Coello y el retrato en la corte de Felipe II, cat. exp. Madrid, Museo del Prado, 1990, p. 81.
2– Carmen Espinosa Martín, Iluminaciones, pequeños retratos y miniaturas en la Fundación Lázaro Galdiano. Madrid, Fundación Lázaro Galdiano, 1999.
3— Desde principios del siglo XVIII, también sobre marfil. Ibidem, p. 97.
4— Rara vez sobre bronce, cobre, plata o madera. Ibidem, p. 61-62 y p. 97.
5— Ibidem, p. 99.
6— La cita proviene de la crónica de Juan Calvete de Estrella sobre el viaje del futuro Felipe II a Italia y los Países Bajos en 1547, reproducida en: Francisco Javier Sánchez Cantón, “Los pintores de cámara de los Reyes de España”, Boletín de la Sociedad Española de Excursiones, Madrid, nº 22, 1914, p. 141.
7— José Rogelio Buendía y Enrique Valdivieso vieron fotografías de estas obras y las consideraron con influencia de Sánchez Coello o de su círculo. También Carmen Espinosa Martín sugirió esa atribución (comunicación oral, febrero de 1999).
8— Óleo sobre naipe, 5,3 x 3,7 cm, inv. 3819. C. Espinosa Martín, op. cit., nº 11, p. 62.
9— Identificado como don Juan de Austria. Carmen Espinosa Martín, “Ficha catalográfica. Alonso Sánchez Coello. Don Juan de Austria”, Arte y poesía. El amor y la guerra en el Renacimiento, cat. exp. Madrid, Biblioteca Nacional de España, 2002, p. 427.
10— Un rasgo en común con los retratos del Museo es que en estos ejemplos los retratos femeninos están pintados sobre un fondo más oscuro. M.I. 807, Portrait de jeune femme, M. I. 808, Portrait d’un jeune chevalier de l’ordre de Santiago, M. I. 809, Portrait d’homme, M. I. 810, Portrait de jeune femme, óleo sobre cartón, 6 x 4,2 cm (cada uno). Véronique Gerard Powell y Claudie Ressort, École espagnole et portugaise. Paris, Musée du Louvre, Département de peintures, 2002, p. 137- 139.
Bibliografía
1997. FERNÁNDEZ GARCÍA, Ana María, Catálogo de pintura española en Buenos Aires. Oviedo/Buenos Aires, Universidad de Oviedo/FFyL-UBA, nº 68, p. 31 (solo se registra el retrato femenino, como Retrato de princesa).
2003. SERVENTI, María Cristina, Pintura española (siglos XVI al XVIII) en el Museo Nacional de Bellas Artes. Buenos Aires, Asociación Amigos del MNBA, nº 12 y 13, p. 58-63, reprod. color p. 58 y p. 62.